Días de preocupación, angustía y miedos quedaron atrás. Hoy la vida de los mineros rescatados es diferente. Los de más edad recibieron pensiones equivalentes a 540 dólares mensuales que les permitirá jubilarse.
A las 00.10 del 13 de octubre del pasado año, Florencio Avalos emergió a la superficie en la cápsula Fénix 2 y se convirtió en el primer minero rescatado después de permanecer 70 días sepultado junto con sus compañeros.
Casi veintidós horas después, la salida del jefe de turno, Luis Urzúa, puso fin al mayor operativo de rescate desde la profundidad que el mundo haya visto, un prodigio de la mecánica y un huracán mediático seguido a nivel mundial.
Su popularidad les auguraba un futuro de fama y dinero. Pero el destino fue otro. Aunque sus vidas cambiaron, ninguno es millonario y algunos, incluso, están peor que en el momento del accidente.
Víctor Segovia, el “minero escritor”, se acuerda de “la luz del sol y el aire fresquito” que lo golpeó en la cara tras ser rescatado, y Pedro Cortés, uno de los más jóvenes, asegura que en ese instante sintió que volvía a nacer.
En general, los mineros están satisfechos con el rumbo de sus vidas, a pesar del impacto psicológico y de las dificultades que enfrentan día a día.
“Mi vida está volviendo a la normalidad. No quiero pensar en lo que ya pasó. Lo malo hay que dejarlo atrás”, aconsejó Segovia. Y respecto al dinero, aseguró que su situación “es muy parecida a la de antes. La poca plata que ganamos se terminó”, agregó.
Sin embargo, también hay quien ha vivido un infierno personal. Es el caso de Edison Peña, famoso por sus imitaciones de Elvis Presley y porque hacía deporte dentro de la mina San José para soportar el encierro.
El obrero, que esta semana ingresó en un centro de rehabilitación, confesó que la fama acrecentó sus problemas con las drogas y el alcohol. Contó que a pesar de que ganó mucho dinero con las entrevistas exclusivas y los derechos de autor ahora está en la miseria.
Los catorce mineros de más edad recibieron, a finales de agosto, una pensión equivalente a 540 dólares mensuales que les permitirá jubilarse.
Del resto, unos trabajan, otros buscan empleo y siete están de baja, con licencias médicas “discontinuas”, explicó Alejandro Pino, de la Asociación Chilena de Seguridad.
“El principal diagnóstico son desórdenes del sueño; no duermen bien, tienen sueños recurrentes y pesadillas”. En todo caso, se trata de trastornos menos graves de lo que temían los psicólogos que los atendieron cuando emergieron.
Incluso, alguno de ellos, liderados por Mario Sepúlveda, formaron un grupo que se dedica a recorrer el mundo dando charlas de motivación.
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Fuente: El Tribuno
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