viernes, 27 de enero de 2012

El trabajo infantil, una epidemia que padece el centro salteño

En el corazón capitalino, los chicos venden todo tipo de objetos o piden monedas para regresar a sus casas con dinero
TRABAJADOR: J.P. ES UN NIÑO DE 8 AÑOS QUE TODOS LOS DÍAS VENDE EN EL CENTRO.
 
A diferencia de lo que sucede en una empresa, en el microcentro los niños no dependen de un empleador. Para el Estado, son “chicos en situación de calle”, un mundo donde la inocencia es un valor en desventaja.

“Me llamo J.P. y soy del barrio Primera Junta. Todos los días vengo a vender. No me mandan mis padres, vengo solo. A veces me llevo 80 pesos, a veces menos. Ahora estoy vendiendo espaditas que hacen burbujas”, dice el niño. Ha recorrido todas las mesas de las confiterías que rodean a la plaza 9 de Julio, en pleno centro de la capital de la provincia. Los comensales de la hora, algunos turistas, otros locales, le prestan poca atención al pequeño J.P., que se apoya en las mesas, enfundado en su camiseta de fútbol, los pantalones cortos, ofreciendo a voz queda su producto.
La realidad de J.P. no es distinta a la de otros cientos de pequeños trabajadores salteños, que tienen a las calles de los centros poblacionales, como un escenario cotidiano. En la capital se los puede ver, cuando se hace la noche, reunidos en el centro, tratando de “sacar algo” para volver a sus casas con un poco más. Entonces venden lo que les queda a un precio menor o directamente piden unos pesos a la caridad de los transeúntes. Esa es la otra estampa de la ciudad. Los chicos en general regresan caminando, como un trabajador que se ha quedado después de hora. Y se pierden en el entramado de los barrios de la periferia.

Eduardo Costello, secretario de Trabajo y Previsión Social de la Provincia, señaló que en estos casos de niños en “situación de calle” nombre técnico y oficial-, “resulta muy difícil tomar a un empleador que sea responsable de su situación, porque son chicos que viven circunstancias especiales y no dependen de un contratante o de un patrón imputable”. Para Costello, debería “triangularse con la Comisión de Derechos Humanos o una red de asociaciones que se dediquen a la problemática y entre todos contener al núcleo familiar cuyos problemas obligan a los niños a salir a la calle a vender, con todos los peligros que eso significa”.

Para el funcionario, “no es fácil la detección de niños en situación de trabajo. Los últimos procedimientos fueron de forma casual, en el marco de una inspección. Generalmente en Salta no encontramos trabajo infantil rural, sino en el mercado frutihortícola, donde son empleados en el encajonado. En las ciudades los hemos detectado en panaderías y comercios. En principio la multa de más gravedad es de 5.000 pesos por niño. Después una suspensión hasta que el chico deje de ejercer tareas. Hay un proyecto para endurecer el tratamiento de los infractores como si se tratara de un delito penal”.

Fuente: El Tribuno

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