lunes, 17 de octubre de 2011

El enemigo dentro de casa


Foto Ilustrativa

En los últimos años, distintas estadísticas muestran altos índices de pedofilia y de abusos que ocurren en el seno de la familia: la mayoría de las personas denunciadas pertenecen al entorno cercano y sólo el 25% de los abusos ocurre en la calle. Los casos ultrajantes de violación y “abuso sexual” tienen distinta condena en el marco jurídico actual.

En los últimos años, distintos estudios y estadísticas de la Policía de Salta u otros organismos autorizados,  señalan altos índices de pedofilia y números que dicen que alrededor el 60% de los abusos ocurre en la familia, lo que afirman las estadísticas nacionales, que la mayoría de las personas denunciadas pertenecen al entorno cercano y  sólo el 25 por ciento de los abusos sexuales a chicos ocurre en la calle. El principal riesgo se encuentra dentro del propio hogar de acuerdo a una investigación basada en encuestas a estudiantes. Especialistas señalan que la información en la escuela podría ayudar a prevenir y contener los casos de violencia hacia los niños.
Sólo el 25 por ciento de los abusos sexuales a niños se produce en la calle y los riesgos son mucho mayores en el ámbito familiar. Frente a nuevos casos que expuso esta realidad en Salta, especialistas volvieron a pedir que se cumpla con la educación sexual en la escuela como un método de prevención.
  • Un caso como muchos
Hace dos días una nena de 12 años acusó a su padrastro de haber cometido contra ella un abuso. Lo confesó la niña cuando estaba viendo un documental televisivo sobre abusos sexuales junto a su madre y al ver las imágenes lloró desconsoladamente y relató que había sufrido ultrajes por parte del padrastro desde los 9 a los 10 años en varias oportunidades.  Casos como éste, se repiten y se reviven a diario. Lo cierto es que, el hogar es el escenario de la violencia sexual hacia los chicos en el 55 por ciento de los casos de acuerdo a un estudio realizado por profesionales de Asapmi (Asociación Argentina de Prevención del Maltrato Infantojuvenil) y la UBA (Universidad de Buenos Aires)
El sondeo muestra que el 26 por ciento de los abusos ocurre en la propia vivienda y el 29 por ciento en la casa de los abuelos, sin que sean ellos necesariamente los agresores. El 25 por ciento de los casos, en tanto, se produce en la calle y el 20 por ciento en lugares de tránsito o estadía habitual como puede ser un club. Sólo el 32 por ciento de las personas denunciadas por violencia sexual son extrañas para las víctimas. El universo de los señalados como abusadores está comprendido por parientes, conocidos y profesores en un 68 por ciento de las oportunidades. La investigación se hizo a lo largo de tres años en base a encuestas a estudiantes universitarios de Buenos Aires sobre sus experiencias en la infancia.
  • Voces en Salta
“La educación sexual en la escuela es un elemento importante para trabajar en la prevención. Cuando los niños tienen la formación adecuada, pueden cuidar su cuerpo ante terceros y develar si están siendo abusados en su propio entorno”, señaló Matilde Alonso, responsable del Savic (Servicio de Asistencia a la Víctima) que funciona en el Ministerio Público. Alonso habló de la complejidad de los casos que se presentan dentro del hogar. “Si la agresión a un niño se produce afuera de la casa, la familia actúa rápido, denuncia y contiene. Cuando ocurre adentro de la vivienda, estamos en dificultades importantes porque las víctimas no tienen un apoyo cercano”. Alarmarse cuando sale un caso a la luz, en lugar de trabajar en la prevención a largo plazo es una reacción que no ayuda para María Inés Bringiotti, secretaria de Asapmi.
“Debe haber educación sexual desde el jardín de infantes. Los programas se tienen que adaptar de acuerdo a las edades. No podemos esperar que se hable de estos temas en la familia”, indicó Bringiotti. La clave está en actuar desde diferentes frentes más allá de la escuela según opinó Lucrecia Miller, directora de la ONG Papis (Plan de Ayuda para una Infancia Segura). “La educación puede ayudar a que se marquen los límites y a que un chico denuncie. Sin embargo, por sí sola no garantiza que se reconozcan las fronteras dentro de la familia. Tiene que estar claro entre quienes viven juntos qué prácticas se admiten”, consideró Miller.
Matilde Alonso informó que, frente a la realidad de la violencia sexual, el Ministerio Público impulsa la idea de elaborar guías sobre cómo contener a las víctimas. “Un abuso puede detectarse en la escuela, en la familia, en la comisaría o el centro de salud. Es importante que en todos los ámbitos se sepa cómo proceder y se apliquen los mismos criterios”.
La ley nacional 26.150 establece la obligación de dar educación sexual en todas las escuelas del país. Sin embargo, la norma no se aplica integralmente en Salta según vienen reclamando docentes y padres que piden una política más frontal para prevenir abusos, enfermedades y embarazos adolescentes.

  • Los derechos del abusador
Como dice la especialista Eva Giberti, en materia de abuso sexual –palabra que abarca violaciones, incestos, exhibicionismos, manoseos y otros ataques a la integridad sexual de la niñez– “se ha creado una cartografía plana, sin registro de los obstáculos epistemológicos existentes”.
Pasando en limpio, se ha instituido como medida única y es plana porque quienes la aplican reiteran una monótona repetición: Primero la sintomatología de las víctimas: enuresis, trastornos del sueño, y otros. En segundo lugar,  los efectos en el futuro de las víctimas. Y finalmente, en tercer lugar, la relación de las víctimas con sus familias. Los parámetros del sistema sexo y género quedan eludidos cuando se habla de violación, ya que cualquier sexo puede ser violado. Pero los violadores son generalmente varones. Y cuando se dice abuso sexual, se omite la figura masculina ya que el arrastre semántico es como si se dijera: “Y... abuso sexual es menos que violación... y es como que la figura del violador quedara invisible.
Cabe denunciar que, para la organización patriarcal propia de la canónica del Derecho, abuso sexual es aliviante respecto de violación. Siempre permite la aparición de la tangente que sostiene que no se puede hablar de violación porque la penetración no fue total. Para decirlo en términos jurídicos y médicos, el ingreso peneano no trascendió la zona vulvar donde se produjo la emisión espermática. Está visto que la tangente siempre se diseña en favor del violador de modo tal que pueda eludirse la palabra violación acompañada en el imaginario social por la figura del victimario. Así se recurre a la expresión abuso sexual internacional e hipócritamente avalada.
Si en Salta capital, hay casi una denuncia de abuso sexual por día y de la misma Dirección General de Investigaciones de la Policía, se señala que más del 60 por ciento de los casos de pedofilia que se registran en la capital ocurren en el seno familiar de los chicos. O sea, que los victimarios son los padrastros, tíos o abuelos de las víctimas. Con penetración o sin ella, estamos ante hechos de gravedad y altamente ultrajantes.
Cuando se juzgan casos de “Abuso sexual” ¿Qué pasa con los graves daños sufridos por la víctima en distintos niveles, agravados por la familiaridad y la autoridad del inculpado? Hay una cuidadosa fundamentación en defensa de los derechos del abusador que circula en Internet, sentenciándolo a cuatro años de arresto ya que no se pudo probar penetración, en uno de cuyos párrafos sostiene: “El acusado tocó, manoseó, desvistió parcialmente e incluso se acostó semidesnudo sobre el cuerpo también semidesnudo de la púber, de once años, llegando a eyacular sobre la vulva descubierta de la niña (de lo que resultó el embarazo de ésta y el alumbramiento de un niño), en varios momentos y en actitudes progresivas, en el transcurso del año 2005 y primeros meses del 2006, en su vivienda (del justiciable) de esta ciudad, aprovechándose de la gran confianza que ésta y su madre le tenían, con trato cuasi familiar, desde que aquélla era muy pequeña”.
Si realmente se aplicara la Convención de los Derechos del Niño, surgirá una nueva tarea: Corresponde una reparación concreta y otra visión de la justicia. Como a tantos otros niños y niñas que ya nos miran desde sus derrotas.

Fuente: Cuarto Poder

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